"La vida es un don maravilloso de Dios y ayudar a los pobres, material y espiritualmente, más que un deber es un privilegio; porque Jesús, Dios hecho hombre, nos ha asegurado: 'cuanto hagan a uno de estos pequeños, es a mí a quien lo hacen'."
Madre Teresa De Calcuta
Nos sentimos tristes y no sabemos porque,
nos quejamos por cosas mundanas, exigimos cosas que probablemente no
merezcamos, y al orar solo sabemos pedir, pedir y pedir, mas aun somos tan
egoístas que nos atrevemos a pedir cosas que van a satisfacer nuestra vida
terrenal, mientras que lo importante es nuestro espíritu.
Créditos: Juana Von Buchwald |
Hace un tiempo salí en busca de Cristo,
tome valor para buscar a quien necesitaba, tal vez solo una sonrisa, y aun con
preocupaciones y tristezas que guardo
dentro del corazón, decidí dejarlo todo por lo menos un día, y emprendí una
experiencia que jamas olvidare.
Un día tras salir de mi hogar, decidí
fijarme en cada detalle y en cada rostro de las personas, (que debo decir no
tomo mucho en cuenta); comenzando desde mi hogar comencé por ver cada detalle
del rostro de mi madre, de ver que cada día sin importar que, da todo de si, por
mí y por mi hermano, y que aunque tiene algunos problemas laborales, siempre
nos son ríe y nos dice que nos ama, y que somos su mayor tesoro; al salir de mi
hogar lo primero que me detuve a mirar fue a cada una de las personas enfermas
que llegaban a las 5:30 a.m al centro de diálisis, muchas caras de desanimo,
pesadumbres, rostros tribulados y yo, parada enfrente egoístamente quejándome de
levantarme temprano.
Al ir al colegio decidí dedicarle un momento tal vez menos
de 10 minutos al Señor Jesús y que sorpresa más grata y un golpe a la
conciencia, al ver un grupo de chiquillas, postradas en el altar y sus cabezas
topando el piso, oraban de la forma más humilde y más ferviente que jamás allá
visto, me dije: porque al crecer olvidamos lo que alguna vez fuimos, he
inventamos excusas para no ver que Dios está en todo, todos y no dedicarnos 2
minutos de 1440 minutos que nos regala el Señor cada día?; agradecí de que Jesús alla topado mi corazón y seguí mi día con la expectativas en alto y con un deseo
inmenso de cambiar. En la tarde y de
camino a la academia me fije en las calles de Guayaquil, del sur al norte, debo
asegurar que me sentí, más que avergonzada por ser quejumbrosa de todo, por
amargarme por cualquier cosa y más que todo por ser tan egoísta y solo orar por
los que se hacen presentes a mi alrededor. Vi hombres durmiendo en la acera
cubiertos con lo que nosotros muchas veces decimos es basura (papel periódico),
una mujer con su hijo en brazos pidiendo unas monedas para alimentar a su hijo
(que grande y desinteresado es el corazón de una madre, que impone a sus hijos
sobre todas las cosas), una mujer con ropa muy desgastada que hablaba sola, a
la cual la gente solo le huía, niños descalzos de aproximadamente 12 años,
haciendo malabares en los semáforos para recoger algunos centavos, y una señora
que pedía caridad a los carros; al acercarse en donde nos encontrábamos,
colaboramos con ella y nos regalo una sonrisa en muestra de su gratitud y nos
dijo:"que Dios las bendiga". Terminando con mi jornada, y de camino a casa pasamos
por la sala de velación, y ahí es cuando Dios toco una vez más mi corazón. Perder
a seres queridos es un motivo de dolor profundo, de desesperanza, (una de las
cosas que nunca podre olvidar son las lagrimas que mi madre derramo el día en que
mi abuelita falleció) los rostros que observe eran de desolación, y con una
mirada de desesperación absoluta pero a la vez de resignación; al llegar una
vez más a mi hogar, volví a posar mi mirada en el hospital, y había gente que
lloraba la perdida de sus seres amados y otros que al regalarles una sonrisa, la devolvían y aun en su situación
deseaban una buena noche.
Créditos: Juana Von Buchwald |
Después de un tiempo de oración y de meditación
hoy más que nunca puedo decir que Dios ha escuchado mi suplicas, y he aprendido
a aprender de quien me rodea, a regalar sonrisas, de coger con ternura a un
niño que llora o que se siente feliz, y más que todo valorar desde que puedo
despertar y ver el sol, hasta ver la luna y que tengo un hogar para descansar. El
amor de Dios es tan grande que está en cada cosa de nuestro alrededor, es tan
fácil hallar la felicidad, pero como estamos inmersos en nuestro propio mundo, teniendo ojos no vemos, teniendo oidos, no escuchamos. Hay tanta gente que duerme en las calles, gente
donde su familia se destruye, madres y padres que sufren al ver a sus hijos en
vicios, personas que buscan en la basura que comer, personas que mueren por no
tener atención medica, niños que salen a trabajar para alimentar a sus
hermanos, fetos que son encontrados en la basura, mujeres abusadas y una
cantidad de acontecimientos que hacen que el hombre aun vivo sienta que muere;
y nosotros quejándonos por cosas materiales, es que acaso no vemos lo
afortunados que somos?. El amor de Dios es tan misericordioso que cada mañana,
vemos los rayos del sol sobre nosotros, que vemos el rostro de una madre y de
nuestra familia, que tenemos una educación, que tenemos alimento y más que todo
que tenemos a un hermano que dio su vida por nosotros y esta a la espera de que
caminemos junto a él, que lo veamos en nuestro prójimo, que lo escuchemos en
nuestro corazón, y que le regalemos una mano ayuda o que simplemente digamos unas
palabra de aliento.
En este día de gracia, al poder dar a
conocer una experiencia y poder plantear la vida desde otra perspectiva, invito
a todo aquel que lea este blog, a que se detenga de sus actividades, y que le
digan al Señor Jesús lo agradecidos que estamos por lo que el Padre ha
permitido que tengamos, y a la vez que pongamos en manos de nuestro Padre
celestial a cada uno de nuestros hermanos dolientes o que sufren en lo interno
de su corazón, para que encuentren el confort en Cristo y sepan que jamás estarán solos, ya que Jesús prometió estar a nuestro lado hasta el fin del mundo; y más
que todo también pidamos por nosotros(as) para que escuchemos al Cristo vivo
que habita en nosotros, para de esa manera poder escucharlo mediante
nuestros hermanos, y hacer que nuestra necesidad sea el ayudar.
Con esto y con la esperanza de convertirme en un
instrumento del Señor, para poder llegar con una experiencia de vida a las personas,
deseo que su corazón se fortalezca y se llene de valentía para predicar y para
regalar aunque sea una sonrisa cálida, un saludo a quien tal vez sin decir nada
lo necesite.
"¡Valor! Tengamos conciencia de nuestra misión sin quejarnos, y estemos seguros de nuestra salvación, Dios no ha dejado caer nunca a nuestro pueblo. En el correr de los siglos, nos vimos obligados a sufrir, y, en el correr de los siglos, también nos hemos fortalecido. Los débiles caen pero los fuertes sobrevivirán y no caerán jamás"Ana Frank